3 consideraciones clave en el diseño de oficinas

3 consideraciones clave en el diseño de oficinas

Integración de la tecnología

Es indiscutible que, durante los últimos años, las nuevas tecnologías han transformado radicalmente los espacios de trabajo. Las empresas han ido reconociendo, cada vez más, los beneficios de facilitar a sus trabajadores herramientas actualizadas necesarias para realizar su trabajo a la altura de las circunstancias y exigencias. Esto se debe a que estas tecnologías no solo ayudan a incrementar la eficiencia de los trabajadores (facilitando sus tareas y aligerando su trabajo diario) sino que también influyen en la reducción de costes generales del negocio.

Los BEMS (sistemas de gestión energética de edificios), cada vez más necesarios en la mayoría de espacios de trabajo, tienen como función monitorizar y controlar servicios tales como la iluminación o la climatización, asegurando que el edificio opera a sus máximos niveles de eficiencia.

Los sistemas de videoconferencia, VoIP o la nube han contribuido a facilitar la movilidad de los negocios, destruyendo barreras y permitiendo a las empresas conseguir una presencia global.

Con la implementación de las oficinas abiertas y los espacios de trabajo compartidos, nuevas herramientas como sistemas de reserva de escritorio o biomecánica aplicada al uso de zonas de trabajo ayudan a los negocios a identificar los distintos flujos, permitiéndoles implementar mejoras que aseguren el uso óptimo de los espacios de la oficina.

 

Eficiencia acústica

Generalmente, en lo que se refiere al diseño de espacios de trabajo, la funcionalidad y la estética son dos de las principales prioridades, pero se presta muy poca o nula atención al rendimiento acústico del espacio. Diferentes investigaciones han demostrado que las acústicas ineficientes disminuyen la productividad de los empleados, incrementando los niveles de estrés y minando la moral.

Las tendencias actuales en el diseño de oficinas se dirigen a una estética más industrial, con superficies duras como ladrillo, cemento, acero o cristal, lo cual puede suponer una gran dificultad en lo relativo a la eficiencia acústica. Con el objetivo de enfocarnos en esta problemática, proponemos tener en cuenta el ABC del control del ruido: absorber, bloquear y cubrir.

– Absorber:  existen productos que absorben la energía acústica que las superficies duras amplifican. Por ejemplo, las losetas de alfombra de pelo corto, placas de techo amortiguadoras de ruido o paneles acústicos, los cuales se pueden encajar en paredes y techos.

– Bloquear:  se trata de introducir barreras entre la fuente de ruido y los usuarios del espacio con el objetivo de evitar molestias acústicas y también la difusión de información privada o confidencial. Una de las técnicas más utilizadas es el uso de los divisores de espacios, estáticos o móviles, y construidos con una gran variedad de materiales y componentes.

– Cubrir:  probablemente la estrategia menos conocida. Mediante el establecimiento de un nivel de ruido ambiente continuo apropiado (entre 42 y 48 dB en interiores) emitido por altavoces instalados en un patrón de cuadrícula a nivel del techo. Aunque el sonido siga siendo audible, los ocupantes perciben estos espacios como más silenciosos ya que una subida del sonido ambiente reduce la inteligibilidad de distintos sonidos disyuntivos, como los de conversaciones, maquinarias o golpes.

 

Espacios que soportan el paso del tiempo

No hay duda de que el acondicionamiento o reforma de una oficina es uno de los gastos más importantes a los que la mayoría de los negocios deben enfrentarse cada cierto tiempo. Pero es posible reducir el nivel de inversión para las necesidades cambiantes, mediante la creación de espacios a prueba del paso del tiempo.

A la hora de diseñar un espacio de trabajo, es imprescindible identificar las necesidades de los negocios, no solo las actuales sino también las futuras: la falta de previsión en esta fase puede derivar en un aumento de costes en un futuro cercano.

Es habitual toparse con oficinas que han sido acondicionadas a su máxima capacidad, dificultando el crecimiento o desarrollo del negocio. Esto puede suponer un verdadero quebradero de cabeza en los casos en los que la compañía tiene un contrato de arrendamiento a largo plazo.

Evidentemente, ninguna oficina es igual a otra, pero estas tres claves generales pueden aplicarse a la mayoría de los negocios:

• No solo los espacios deben soportar el paso del tiempo; también las infraestructuras. Por ejemplo, es imprescindible asegurarse de que hay, al menos, un 20% de capacidad extra en la instalación eléctrica o de datos para, de esta forma, permitir su adaptación a la incorporación de futuros puestos de trabajo, salas de reuniones u otros requerimientos adicionales.

• Los espacios flexibles y las áreas multiuso pueden ser fácilmente reconfiguradas para acomodar a un número creciente de empleados a lo largo del tiempo.

• Las paredes móviles permiten crear espacios que permitan ser redistribuidos para adaptarse a nuevas necesidades.

• Por supuesto, hay que buscar inspiración, pero no imitar exactamente otras tendencias, ya que cada espacio es un mundo y lo que funciona para uno no necesariamente es replicable en otro.